Directorio del
Orden de Vírgenes Consagradas en San Justo
EL ORDEN DE LAS
VÍRGENES
(Ordo Virginum)
El origen y la restauración
“¡Levántate, amada mía,
y ven, hermosa mía!
Por que ya pasó el invierno, cesaron y se fueron las lluvias.
Aparecieron las flores sobre la tierra,
llegó el tiempo de las canciones...”
(Cant. 2,11-12 a).
Ya desde
los comienzos de la Iglesia, junto a los apóstoles,
hubo mujeres que se propusieron seguir a Cristo con más libertad e
imitarlo más de cerca, y cada una a su manera llevaron una vida
consagrada a Dios.
Durante los cuatro primeros
siglos la consagración de vírgenes seglares se extendió y floreció en la
Iglesia tanto en Oriente como en Occidente, dando origen a un rito solemne
de gran belleza, que figura entre los más preciosos tesoros de la liturgia
romana.
Cristo fue virgen, nacido de
Madre virgen. Su doctrina sobre la virginidad es explícita. Allí surgió en
los comienzos de la Iglesia, con el esplendor de sus virtudes y con la
actividad de su apostolado. Su máxima gloria era amar a Cristo con todo su
ser virginal, dedicándole su vida entera.
Ellas fueron, junto con los
mártires, - muchas de ellas lo fueron también - el testimonio irradiante
de la vida de Cristo en el mundo, el reflejo más claro de su vida y la
manifestación maravillosa de su espíritu. Fueron expresión viva de la fe
y testimonio luminoso de la vida futura.
Al ir transcurriendo el tiempo,
principalmente después que se institucionalizó la forma de vida religiosa
femenina, el rito de la consagración de vírgenes poco a poco se fue
reservando, bajo la orientación de la legitima autoridad eclesiástica,
para monjas que moraban en los cenobios o monasterios.
A partir
del siglo XII no se admitieron al rito de la consagración de vírgenes a
mujeres que vivieran en medio del mundo. Más aún, el Concilio Lateranense
II, celebrado en 1139 decretó la abolición de ese antiguo uso “Que las
monjas
no moren en casas privadas”
Así la consagración de vírgenes fue desapareciendo
paulatinamente y en su desarrollo histórico esta forma de consagración
sufrió un silencio de siglos.
El 21 de noviembre de 1950 el
Papa Pío XII en su constitución apostólica Sponsa Christi, hacia
referencia a las primitivas vírgenes cristianas diciendo:
“Esta entrega mística de las
vírgenes a Cristo y este darse a la Iglesia se hacía en los primeros
siglos cristianos espontánea y privadamente, y mas bien con hechos que con
fórmulas y palabras.
Pero cuando, más tarde, formaron
las vírgenes no sólo una clase, sino un estado ya definido y un orden
aprobado por la Iglesia, comenzó a ejercitarse públicamente la profesión
de la virginidad, y por lo mismo era confirmada con vínculos más
estrechos.
Después, la
Iglesia, al aceptar el sagrado voto y propósito de la virginidad,
consagraba la virgen como persona inviolablemente entregada a Dios y a la
Iglesia con un rito tan solemne, que con razón está registrado entre los
más hermosos monumentos de la antigua liturgia, y distinguía claramente a
esa virgen de las otras, que con votos solamente privados se obligaban a
Dios.”
Este fue
uno de los primeros apoyos para su restauración, que finalmente hace
realidad el Concilio Vaticano II, restaurando el rito solemne, de la
Consagración de Vírgenes, que es sin duda uno de los tesoros más preciosos
dejados como herencia a la Iglesia por su Fundador.
1.- NATURALEZA DE LA
CONSAGRACIÓN
“No te dirán más
«Abandonada»,
ni dirán más a tu tierra
«Devastada».
Sino que te llamarán
«Mi
Favorita»
y a tu tierra
«Desposada».
Porque el Señor pone en ti su deleite y tu tierra tendrá un esposo.
Como un joven se casa con una virgen así te desposará el que te
reconstruye
y como la esposa es la alegría de su esposo, así serás tu la alegría de tu
Dios.”
Is.62,4-6
1.1 El
Orden de las vírgenes
está constituido por mujeres seglares que por medio de un propósito
irrevocable, sellado por el rito litúrgico, se comprometen a vivir en
virginidad perpetua y son consagradas por el Obispo diocesano, a tenor del
Canon 604 del nuevo Código de Derecho Canónico.
“A estas formas de vida consagrada se asemeja el orden de las vírgenes,
que, formulando el propósito santo de seguir más de cerca a Cristo, son
consagradas por el Obispo diocesano según el rito litúrgico aprobado,
celebran desposorios místicos con Jesucristo, Hijo de Dios y se entregan
al servicio de la Iglesia”
1.2
Mediante dicha consagración, leída por la Iglesia en clave esponsal,
“ la virgen queda constituida persona sagrada, signo trascendente del
amor de la iglesia hacia Cristo, imagen escatológica de la Esposa celeste
y de la vida futura. Por el rito de la consagración, la Iglesia manifiesta
su amor a la virginidad, implora la gracia sobrenatural de Dios sobre las
vírgenes y pide insistentemente la efusión del Espíritu Santo”
Lo expresado
podría resumirse en estas palabras de San Leandro cuando habla a las
vírgenes: “Vosotras sois las primicias escogidas, como ofrenda de todo el
cuerpo de la Iglesia, oblaciones selectas de toda la colectividad del
Cuerpo de Cristo, agradables a Dios y consagradas a él en el sagrado
altar. Por vuestra profesión y su fe en Cristo obtuvo la Iglesia el título
de virgen, cuya parcela mejor y más amable sois vosotras, que ofrecisteis
a Cristo la entereza de vuestros cuerpos y de vuestras almas; y si bien es
verdad que la Iglesia se conserva virgen en la fe en todos sus miembros
sin excepción, también lo es que en un sector de ella, que sois vosotras,
es real y verdaderamente virgen aún en su cuerpo; así solemos hablar
cuando damos al todo el nombre de una de sus partes y a una parte el
nombre del todo”
1.3
Inmersas en las realidades temporales, las vírgenes consagradas habitan
cada una en su propio domicilio individual o con sus familias; viven de su
trabajo o del ejercicio de su profesión. “El Señor las ha llamado porque
desea atraerlas más íntimamente a sí y dedicarlas al servicio de la
Iglesia y de todos los hombres. Su consagración, en efecto, las obligará a
entregarse con más ahínco a la extensión del Reino de Dios y trabajar
para que el espíritu cristiano penetre más profundamente en el mundo.”
1.4 El superior de las vírgenes
consagradas es el obispo Diocesano. Él es el que tiene el discernimiento
último, quien las admite y las consagra.
Por lo que se refiere al
ministro legítimo de la celebración litúrgica, “ se halla por encima de la
profesión religiosa, ya que su ministro legítimo es, ante todo el obispo,
y precisamente el ordinario del lugar.
La razón aducida por Santo Tomás
en favor del obispo como ministro propio de esta consagración estriba en
una congruencia teológica, no es cuestión dogmática.
«Así
como por el matrimonio carnal se representa el matrimonio espiritual, en
cuanto a la fecundidad, del mismo modo, convino que existiera algo que
representara el predicho matrimonio espiritual en cuanto a su integridad,
y esto ocurre en la velación de las vírgenes, según se manifiesta por
todo lo que allí se proclama y se verifica. Y por esto (porque es un
espiritual desposorio que representa el de Cristo con la Iglesia) sólo el
Obispo, al cual esta encomendado el cuidado de la Iglesia, desposa a las
vírgenes, velando no para sí, sino para Cristo, como paraninfo y amigo del
esposo.
»
1.5 Esta
consagración, que se refiere más al ser que al hacer, es personal e
individual. Es de por sí irrevocable, una unión “con un vínculo
indisoluble al Hijo de Dios”
sólo posible “porque la virginidad pertenece a Cristo, no Cristo a la
virginidad”
y lleva consigo una permanente entrega, que en el sentido profundo es una
donación total de sí mismo al Amado. Por eso la consagrada siempre podrá
decir: “Mi amado es para mí y yo para Él “
1.6. La
virgen consagrada vive su consagración fuera de las estructuras
propiamente conventuales, es necesario volver a la disciplina primitiva
del cristianismo donde “vida consagrada” no se oponía a “vida en el mundo”
(es decir: no conventual) y no presuponía la comunidad de vida bajo una
regla especial, con las demás consecuencias, La profesión virginal estriba
esencialmente en la virginidad y el “seguimiento de Cristo según el
Evangelio”
2. ESPIRITUALIDAD
“Sin mi nada podéis
hacer”
Jn 15,5
“Te llevaré a la
soledad y te hablaré al corazón”
Os 2, 16
“Su oración es esponsal-eclesial
y sus fundamentos son:
La Biblia vista como el “libro del esposo”;
la eucaristía, sacramento nupcial;
la
liturgia de las horas, conversación de la esposa con el esposo.”
2.1 La
espiritualidad de las vírgenes consagradas se define por la entrega del
corazón a Jesucristo (“Sponsa Christi”)
mediante la virginidad consagrada en el mundo al servicio de la Iglesia,
de la cual la virgen es signo.
2.2 La virgen consagrada está
llamada a vivir su compromiso bautismal más radicalmente, inserta en el
medio familiar, social y eclesial en el cual vive.
2.3 La
consagración asocia a la virgen consagrada estrechamente con el Misterio
Eucarístico centro de su espiritualidad “Fuente y cumbre de toda la vida
cristiana”.
Su participación diaria en la celebración
Eucarística la configura más profundamente con Cristo Esposo.
2.3.1. En la celebración
Eucarística la virgen consagrada es invitada a ofrecer su vida en unión
con el sacrificio pascual de Cristo.
Quien más que ella puede vivir
con rebosante gozo cuando escucha palabras como éstas:
“Dirige tu mirada sobre
la ofrenda de tu Iglesia y reconoce en ella la víctima por cuya inmolación
quisiste devolvernos tu amistad,
para que, fortalecidos
con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo,
formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
Que Él nos transforme
en ofrenda permanente...”
“Dirige tu
mirada sobre esta víctima, que tú mismo has preparado a tu Iglesia, y
concede a cuantos compartimos este pan y este caliza que, congregados en
un solo cuerpo por el Espíritu Santo, seamos, en Cristo, víctima viva para
tu alabanza...”
La fidelidad a la Misa cotidiana asegura la
fidelidad de la virgen consagrada a la autenticidad sacrificial de su
vida.
2.3.2. En
la participación Eucarística la virgen consagrada encuentra alimento,
para fortalecer su corazón consagrado. León XIII decía es “el remedio
contra la sensualidad” y el Papa Pío XII “cuanto más pura y casta sea el
alma, más hambre tendrá de este pan, del que saca la fortaleza para
resistir a todas las seducciones del pecado impuro y con el que se une más
estrechamente al Divino Esposo.”
Y también: “Quien come mi carne y bebe mi sangre vive en Mí y Yo en él.”
2.3.3. La
Eucaristía es además presencia real de Jesucristo por ello cada virgen
consagrada debe dar testimonio de esta verdad y “consagrar cada día un
tiempo suficientemente largo a estar delante del Señor, para decirle su
amor y, sobre todo, para dejarse amar por Él.”
“La asidua
y prolongada adoración de la Eucaristía permite revivir la experiencia de
Pedro en la transfiguración “bueno es estarnos aquí”, afianza e incrementa
la unidad y la caridad de quienes han consagrado su vida a Dios.”
Existe todo un dinamismo
sacramental en la eucaristía, de oración, de relación personal con Aquel
que esta allí en estado Sacrificial. La fe en la mirada de Jesús
Eucaristía y la fe de su mirada hacia Él: he aquí el fundamento de esta
oración.
En dicha presencia eucarística,
prolongación de la Misa, la virgen consagrada sigue gustando el amor
nupcial del Señor en la humildad.
En este
sentido la oración solemne del ritual de consagración insiste en
recurrir sólo a Dios, único fundamento de esta vocación esponsal: “Que
tenga una caridad ardiente y nada ame fuera de ti... que te reverencie por
amor y por amor te sirva. Que tú seas su honor su alegría y su querer y
encuentre en ti consuelo en las tristezas, consejo en la duda, defensa en
las injurias, paciencia en la aflicción, abundancia en la pobreza,
alimento en los ayunos remedio en la enfermedad. Que en ti Señor lo
encuentro todo y sepa preferiste sobre todas las cosas.”
2.3. En la recepción frecuente
del sacramento de la Reconciliación la virgen consagrada reconoce su
fragilidad y la debilidad de su naturaleza humana, por eso como el hijo
pródigo vuelve al Padre con absoluta confianza en su amor
misericordioso.
En él vive
también su realidad de miembro y signo de la Iglesia que siendo “santa y
al mismo tiempo necesitada de purificación constante, busca sin cesar la
penitencia y la renovación”
“Este
esfuerzo de conversión no es sólo obra humana. Es el movimiento del
“corazón contrito”
l
atraído y movido por la gracia a responder al Amor misericordioso de Dios
que no ha amado primero”
2.4. En el
ritual de consagración las vírgenes reciben el Oficio Divino “Reciban el
libro de la oración de la iglesia para que en sus labios resuene sin cesar
la alabanza del cielo e intercedan por la salvación de todo el mundo.”
La vírgenes
consagradas rezan en nombre de la Iglesia y con la oración de la Iglesia.
“Así por una parte cumplen la obligación de la Iglesia y, por otra,
participan del altísimo honor de la Esposa de Cristo, ya que alabando a
Dios están ante el trono de Dios en nombre de la Madre Iglesia”
También el
sentido escatológico que adquiere la virgen consagrada dentro del pueblo
de Dios es otra razón que la obliga a la celebración diaria de la Liturgia
de las Horas. “La virginidad practicada por el Reino de los cielos siempre
ha sido considerada, dentro del cristianismo, conforme a los ejemplos y
dichos del Divino Redentor, como un signo escatológico, como un signo
significativo y testimoniante, como una prefiguración de la futura
resurrección y de la gloria del Reino Celestial. En la Jerusalén celeste
la asamblea unida en el amor y festiva por la alegría que ensalza, con un
mismo cántico de alabanza y acción de gracias, al Dios uno y trino.”
El oficio divino “es la voz de
la esposa que sube hacia el esposo” según la Constitución sobre la Sagrada
Liturgia. “La vehemente exhortación a rezar el oficio divino, sobre todo
laudes y vísperas no se debe considerar como una especie de obligación
aplicada desde el exterior sobre la vida de las vírgenes consagradas, sino
como una especie de respiración profunda en el ritmo del tiempo, puesto
que lo propio del Oficio Divino es difundir la realidad eucarística en el
tiempo y en el espacio.
Esta
respiración surge impetuosa en un canto de admiración, de suplica, de
arrepentimiento, de esperanza, de fuerza, de pacifica audacia, y se dirige
al Bienamado para con Él llegar al Padre bajo el impulso del Espíritu”.
2.4.1.
“Toda la Iglesia en cada uno de sus miembros debe ser según el precepto
del Señor
y del apóstol
comunidad orante. Pero la oración, según las connotaciones esponsales
propias de la iglesia, asume fácilmente, en la virgen consagrada, la forma
de coloquio entre esposo y esposa. Se trata de una experiencia antigua y
contemporánea: con sumo gusto, la virgen consagrada cierra la puerta de su
alcoba para orar en secreto a su Dios y Señor
Sin embargo su oración, al ser voz de la Iglesia, tiene carácter público.
Esta dimensión eclesial se fundamenta no sólo en que está al servicio de
la iglesia, sino porque la realiza en sí misma, en la esencia de su ser
que es reunir-recoger-convocar para alabar a Dios.”
2.5. El Evangelio es la Regla de
su vida, un elemento que distingue la espiritualidad de la virgen
consagrada es la palabra de Dios anunciada de un modo esponsal con su
propia vida. Por tanto deberá conocerla cada vez mas profundamente y a
buscar en ella el alimento constante de su vida espiritual mediante el
estudio detenido y amoroso y la práctica diaria de la Lectio Divina.
La vida de
la virgen consagrada en efecto, radica en la oración y en la contemplación
que parten de la Palabra, de la familiaridad con la Escritura que lleva a
vivir momentos de escucha y soledad con Dios, como el discípulo que deja
que el Señor abra su oído para escuchar, confiar y apoyarse totalmente en
Él, descubriendo en las Sagradas Escrituras el sentido de cada
acontecimiento en su propia vida.
2.6. El
conocimiento y el estudio de la Sagrada Escritura, son esenciales para el
crecimiento y el fortalecimiento espiritual, requieren de una dedicación
especial; igualmente el estudio de los salmos, fuente de la oración de la
Iglesia: “Además de la oración y el rezo de los salmos, fija de antemano
cuántas horas vas a emplear en estudiar la Sagrada Escritura.”
Y también: “ Desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo”
2.7. “María
es la primicia de la virginidad cristiana. Ella, por su singular
privilegio y por su fidelidad a la llamada del Señor, se convirtió en la
Madre Virgen del Hijo de Dios. Es, como observa San Leandro de Sevilla,
“culmen y prototipo de la virginidad”. Ella fue plenamente, en el cuerpo y
en el espíritu, lo que cada consagrada desea ser con todas sus fuerzas:
vírgenes en su corazón y en el cuerpo, esposas por la total y exclusiva
adhesión al amor de Cristo, madres por el don del Espíritu.”
María es madre, hermana y
maestra de cada virgen consagrada. La virgen consagrada aprende de Ella
tanto a cumplir la voluntad de Dios como a aceptar su proyecto salvífico,
a guardar su Palabra como a confrontar con ella los acontecimientos de la
vida, aprende a cantar sus alabanzas por las maravillas realizadas en
favor de la humanidad y a compartir el misterio del dolor, a llevar a
Cristo a los pobres y a interceder por los necesitados.
Por ello, cada consagrada al
introducirse en su escuela virginal contempla en ella las actitudes de su
corazón, en especial su disposición fundamental de búsqueda activa de la
voluntad de Dios. Esto engendra una nueva forma de ser libre, a través de
la práctica de virtudes sólidas, evangélicas, tales como:
- fe y dócil
aceptación de la Palabra de Dios,
-
obediencia generosa,
-
humildad sencilla,
-
caridad solícita,
-
sabiduría reflexiva,
- piedad
de Dios,
-
fortaleza en el dolor,
- pobreza llevada con
dignidad y confianza en el Señor,
-
vigilancia prudente,
-
delicadeza previsora,
- pureza
virginal,
- fuerte y casto amor esponsal.
Dejarse modelar por Ella
es el camino cierto para vivir en el mundo como otra “pequeña María”, como
icono de su ser.
2.8. Para la profundización y el
fortalecimiento de la vida interior, es esencial para la virgen consagrada
participar de un retiro anual obligatorio de la diócesis que se prolongará
de ser posible durante cinco días y nunca menos de tres.
2.8.1. El predicador será el Sr.
Obispo Diocesano, su Delegado o un Predicador invitado, en este caso
deberá ser debidamente informado el Sr. Obispo o el Delegado Diocesano.
2.9. Cada virgen consagrada
según su propia necesidad hará mensualmente un retiro. Este día de
reflexión, silencio y oración le permitirá renovarse en la vida
interior, volver a tomar conciencia de sus propios compromisos y templarse
nuevamente en el espíritu de su vocación a la santidad y al apostolado,
confrontando así “ su proyecto de vida “ con la vida misma. Este podrá
ser suspendido cuando coincida con los encuentros bimestrales de
espiritualidad.
2.10. Las
vírgenes consagradas planificarán anualmente Encuentros bimestrales de
Espiritualidad con carácter abierto, que tienen como finalidad el sostén
de un “camino de perfección muy exigente que, no teniendo seguridades y
garantías institucionales fuertes y rígidas, tienen necesidad de una gran
intensidad espiritual”
En caso de invitar predicador rige el mismo
tenor que en el apartado anterior (ver 2.8.1.)
2.11. También programarán una
reunión mensual obligatoria. La misma tendrá las siguientes
características:
- Formación
Espiritual
- Adoración
Eucarística
- Oración común, en
particular la oración del Oficio Divino
- Compartir
vivencias, inquietudes y conocimientos acerca del Ordo Virginum
2.12. Cada virgen
consagrada es libre de escoger, de acuerdo con su identidad, la dirección
o el acompañamiento espiritual que ella considere más conveniente y
adecuado para el desarrollo y el crecimiento de su vida interior.
2.13. Es aconsejable
acordar entre las vírgenes consagradas y el Sr. Obispo diocesano celebrar
de forma más solemne algunas fiestas de Santas Vírgenes que ya están
gozando su desposorio en la Jerusalén Celeste como por ejemplo Santa Rosa
de Lima, Santa Catalina de Siena, Santa María Goretti, etc. Esto será un
estímulo más para no decaer en los esfuerzos para alcanzar la santidad
que el Señor tiene preparada para cada uno, y permitirá una posibilidad
más para vivir la fraternidad entre las vírgenes junto a su Pastor,
experimentando así con más fuerza el sentido eclesial de la
consagración.
3. ADMISIÓN
“Feliz el que tú eliges
y atraes ...”
(Sl
65,5)
3.1 Son requisitos ineludibles,
los determinados en los Prenotandos del Ritual de la consagración, a
saber:
- Quienes nunca hayan
celebrado nupcias y no hayan vivido pública o manifiestamente en un estado
opuesto a la castidad.
- Quienes por su edad,
prudencia, costumbres probadas a la vista de todos sean fieles en la vida
casta y puedan perseverar dedicadas al servicio de la Iglesia y del
prójimo.
- Que sean admitidas a
la consagración por el Obispo, Ordinario del lugar.
4. DISCERNIMIENTO VOCACIONAL
“Antes de haberte
formado yo en el seno materno, te conocía,
y antes que nacieses, te tenía consagrado:
yo profeta de las naciones te constituí.”
Jer
1, 5
4.1. Las candidatas
iniciarán un proceso de discernimiento vocacional bajo la guía de una o
varias vírgenes
consagradas designada por el Delegado
diocesano para tal efecto.
En este proceso se
tendrán en cuenta:
Elementos humanos, tales como
poseer equilibrio afectivo, psicológico; cierta seguridad laboral y las
condiciones intelectuales para comprender lo que va a realizar.
Tener una edad cronológica no
inferior a los 26 años ni una superior a los 50 años, pudiéndose
considerar cada caso en particular si el Obispo diocesano lo considera
necesario.
En el orden sobrenatural, que
sea una mujer sinceramente en búsqueda, abierta a Dios y a su comunidad,
sostenida por una vida de virtud, eucarística, de oración, con dinamismo
apostólico y sentido eclesial.
4.2. En caso de que la candidata
no haya llevado a cabo ningún tipo de tarea pastoral, será conveniente
que durante este período, sea integrada en alguna comunidad parroquial
designada por el Delegado a este fin, para prestar su servicio.
4.3. Es recomendable la
realización de un psicodiagnóstico, pero en ningún caso será motivo de
exclusión. Esta sólo podrá basarse en los elementos objetivos que la
Iglesia pide.
4.4. Este proceso de
discernimiento vocacional durará el tiempo que a juicio de quienes compete
sea considerado oportuno.
4.5. Finalizado el mismo se
solicitarán informes a:
- El Delegado
diocesano para el Orden de las Vírgenes.
- Las vírgenes ya
consagradas en especial las que intervinieron en el acompañamiento.
- El Párroco de la
comunidad a la que pertenece y/o en la que desempeña actividades
pastorales.
- Las personas de
quienes dependa laboralmente si se viera necesario y conveniente.
4.6. Después de estar
previamente informada acerca del Orden de las vírgenes, su naturaleza y
requisitos, la candidata deberá traer una carta de presentación dirigida
al Sr. Obispo o al Delegado Diocesano de su director espiritual o en su
defecto del párroco de la comunidad donde se encuentra inserta.
4.7. Luego solicitará al Señor
Obispo, por intermedio del Delegado Diocesano para la vírgenes consagradas
una entrevista para expresarle, verbalmente y por escrito, su deseo de ser
admitida en el camino de preparación a la consagración.
4.8. Si la candidata reúne los
requisitos y las condiciones señaladas, será aceptada a través de la Misa
de Admisión a la Formación para el Orden de las Vírgenes, presidida por el
Sr. Obispo Diocesano.
5. FORMACIÓN PARA LA CONSAGRACIÓN
“Vírgenes prudentes,
preparad vuestras lámparas,
llega el esposo, salid a su encuentro.”
Mt
25, 6
5.1. Vista y aprobada la etapa
anterior, comienza el período de formación inicial caracterizado por una
seria preparación Espiritual, Doctrinal y Humana que encamine a la
candidata a la consagración.
5.2. La formación se llevará a
cabo, preferentemente, en el Instituto de Teología Santa Catalina de
Siena.
El programa abarcará como mínimo las
siguientes disciplinas:
1- Historia de la
vida consagrada en especial de la virginidad consagrada en oriente y
occidente (I) y (II)
2- Teología de la
Vida Consagrada (I) y (II)
3- Espiritualidad
(introducción)
4- Elementos de
Liturgia (Introducción)
5- Historia de la
Salvación (I)
6- Introducción a la
Sagrada Escritura (I) y (II)
7- Lectio Divina
5.3. Se considera de
especial importancia la participación en las reuniones mensuales y
retiros con las vírgenes ya consagradas.
5.4. El período de
formación tendrá una duración no menor de 2 años (dos) pudiéndose en
algunos casos prolongarse a 3 años (tres), pero nunca mayor.
5.5. Durante el período
de preparación es conveniente que la candidata tenga algunas entrevistas
con el Sr. Obispo Diocesano, ya que éste es el signo sacramental de la
presencia de Cristo en la diócesis. La relación con él debe ser fluida y
filial de modo que pueda conocerla, pues de sus manos, recibirá la
consagración.
5.6. En los casos que
el Delegado y la comunidad de vírgenes lo consideren conveniente y/o a
solicitud de la candidata podrá interrumpirse o restablecerse el tiempo de
formación inicial. En el caso de que la duración de la interrupción
superara el máximo establecido para este período se deberá reiniciar la
formación. En este caso el reinicio deberá ser aceptado por el Sr.
Obispo Diocesano.
6. CONSAGRACIÓN
“Yo te desposaré
conmigo para siempre
en justicia y equidad,
en amor y compasión y en fidelidad
y tú conocerás a Yahveh.”
Os. 2,21
6.1 Finalizada la etapa
prevista para la formación la candidata, presentará formalmente por
escrito su solicitud al Obispo diocesano para ser consagrada en el Orden
de las vírgenes.
6.2. Con los elementos
anteriores, el Obispo Diocesano hará el discernimiento y dará la
respuesta. En caso afirmativo, la candidata se reunirá con él para
determinar la fecha y el lugar de la consagración, informándose
oportunamente.
6.3. La
consagración será precedida por un retiro no menor de tres días completos
como preparación inmediata de la candidata.
7. FORMACIÓN PERMANENTE
“Si conocieras el Don
de Dios “
Jn.4, 10
7.1 Según lo propuesto
en la Exhortación Apostólica Vita Consacrata (69), las vírgenes
consagradas desarrollarán un programa anual de formación permanente.
7.2 El mismo abarcará:
- Formación humana
que acompañe los distintas etapas de evolución: psicológica y espiritual
- Área teológica
Espiritualidad propia ( profundización y actualización)
Profundización doctrinal
- Área Pastoral
Profundización de su propia profesión
Inserción
eclesial
Pastoral
y misión acorde al magisterio de la Iglesia
7.3. Dicha formación
(en las áreas que fuese posible) se llevará a cabo en el Instituto de
Teología Santa Catalina o en el Instituto Santa María, pudiéndose
realizar también en otro Instituto o Facultad de Teología. Siempre bajo
el asesoramiento del Sr. Obispo o del Delegado Diocesano para la Vírgenes
Consagradas.
8. LA VIRGINIDAD CONSAGRADA
“No me habéis elegido
vosotros, sino que yo os he elegido “
Jn 15,16
8.1 Según la doctrina
de los Padres, las vírgenes al recibir del Señor la consagración de la
virginidad se convierten en signo visible de la virginidad de la Iglesia,
instrumento de su fecundidad y testimonio de su fidelidad a Cristo.
8.2 El Ritual de
consagración de vírgenes,
es un rito solemne de gran belleza que pertenece al rico tesoro de la
liturgia romana.
En la liturgia de su consagración
la virgen consagrada tiene las bases de su espiritualidad esponsal y
eclesial. La solemne oracion consecratoria, atribuida al papa San León
Magno constituye “la mejor base espiritual en que se asienta la
espiritualidad del Orden de las vírgenes.”
8.3 La oración
consecratoria se inicia con la alabanza de los maravillosos efectos de la
Encarnación, y de la Redención, que restablece la inocencia primera y nos
posibilita para imitar la perfección de los ángeles, ideal que realiza la
virgen consagrada en su entrega radical, en la cual prefigura la unión de
Cristo con la Iglesia.
8.4 En la segunda parte
de la oración consagratoria la Iglesia pide la ayuda para la vírgenes:
“Te pedimos, pues,
Señor,
que protejas con tu
auxilio y guíes con tu luz
a esta hijas tuyas que
desean que tu bendición,
confirme y consagre su
propósito (...)
“Que brille en ellas,
Señor
por el don de tu
Espíritu,
una modestia prudente,
una afabilidad serena y
una libertad casta,
Que tengan una caridad
ardiente
y nada amen fuera de
ti.
Que su vida sea digna
de alabanza
pero no busquen ser
alabadas;
que te glorifiquen,
Señor,
por la santidad de sus
cuerpos y la pureza de sus almas;
que te reverencien por
amor y por amor te sirvan.” (...)
8.5. El Obispo en
nombre de la Iglesia, coloca en la mano de la consagrada la alianza o
anillo diciendo: “Recibid el anillo, que significa el sagrado desposorio
con Cristo, y guardad intacta la fidelidad a vuestro Esposo, para que
seais admitidas al gozo de las nupcias eternas.”
Es expresión de su compromiso Esponsal que ha adquirido para siempre
con Aquél que a través de un símbolo externo le repite “Permaneced en mi
amor”.
El anillo no tiene separación de
partes, no tiene principio ni fin, es todo uno. Así debe ser la vida de la
consagrada con Aquel que la ha desposado para siempre.
8.6. La
consagrada también recibe de manos del Obispo el Libro de la Liturgia de
las Horas mientras dice: “Recibid el libro de la oración de la Iglesia,
para que en vuestros labios resuene sin cesar la alabanza del Padre del
Cielo e intercedáis por la salvación de todo el mundo”
Este es el
signo de su compromiso eclesial. La Iglesia cuenta con la oración de la
consagrada y de ella la encarga. Su oración pasa ha ser la oración de la
Iglesia, a quien ella representa ante el Señor. “Es su oficio más noble. Y
para que no olvide todos esos trascendentales encargos que la Iglesia le
confía y que ella tiene que agenciar diligente y amorosamente ante el
Señor, la misma Iglesia le entrega un memorándum, un Breviario de todos
ellos. Si bien su oración no se reduce a la mera recitación de
expresiones, su oficio de intercesora, su canción de esposa, está sobre
todo en lo íntimo del corazón, el cual da vida a las palabras que recita,
y llena de sentido la expresión de sus labios.”
8.7 La consagración de
vírgenes, es más que un acto personal, es un acto eclesial realizado en la
Iglesia particular mediante el ministerio de su Obispo.
“ Padre, recibe, mi
propósito de castidad perfecta y mi determinación
de seguir a Cristo, que espero lograr con la ayuda del Señor.
Esta resolución la pongo de manifiesto ante ti
y ante el
Pueblo Santo de Dios.”
8.8. La consagración de
vírgenes es una celebración festiva en la Iglesia. Conviene celebrarla en
los días de la octava de Pascua, en las solemnidades especialmente
dedicadas a la conmemoración del misterio de la Encarnación, en los
domingos, en las fiestas de la Virgen María o en las fiestas de las Santas
Vírgenes.
8.9 Dada su naturaleza
y significado y especialmente para destacar el valor de la virginidad y
la edificación del pueblo de Dios conviene anunciar oportunamente acerca
del lugar la fecha y la hora de la celebración. La participación
acrecienta el sentido eclesial del rito.
8.10 Ya que las
vírgenes son admitidas a la consagración según el criterio y bajo la
autoridad del Obispo es conveniente que la consagración se realice en la
catedral, cuando las circunstancias o costumbres no aconsejan otra cosa.
9.- PRESENCIA DE LAS VÍRGENES CONSAGRADAS EN
LA DIÓCESIS
“Queréis caminar por la
senda de los consejos
que Cristo propone en el Evangelio, de tal forma
que vuestra vida sea ante el mundo un claro
testimonio de amor y un signo manifiesto del reino futuro?”
(Ritual consagración de Vírgenes. Escrutinio)
9.1 Por naturaleza
misma de la consagración, las vírgenes consagradas quedan especialmente
vinculadas al obispo y a la diócesis:
- Al Obispo diocesano
corresponde el cuidado pastoral de las vírgenes consagradas con las
cuales se establecen nexos espirituales de orden teológico y canónico: “Al
Obispo le corresponde establecer de qué modo y con qué condiciones las
vírgenes seglares se obligan a abrazar perpetuamente la vida virginal ” (Prenotandos
del Ritual de consagración de vírgenes).
- “Corresponde
igualmente a las vírgenes consagradas a partir de la diversidad de sus
carismas, convertirse en mano operante de la generosidad de la iglesia
local, voz de su oración, expresión de su misericordia. En la época de los
padres, la pietas (piedad) y la caritas (caridad) de la Iglesia se
expresaban en gran parte a través del corazón y las manos de las vírgenes
consagradas.”[i]
9.2 Ni el Obispo ni la
diócesis adquieren con las vírgenes consagradas compromisos laborales o
asistenciales. Cada una ha de vivir del ejercicio de su profesión o de su
trabajo y tener autonomía.
Esto no excluye el garantizar a cada virgen
consagrada, la posibilidad real de acceder a beneficios sociales tales
como asociarse a la Obra Social de San Pedro u otra similar que a tal fin
se establezca en la diócesis para la vida consagrada. Esto último
permitirá, además, prever la situación de aquellas vírgenes consagradas
que por accidente o enfermedad queden imposibilitadas para ocuparse de sí
mismas o en el caso de edad avanzada.
9.3 Tampoco las
vírgenes consagradas adquieren compromisos laborales o asistenciales con
la diócesis. Su inserción en ella está condicionada por los carismas
individuales y por las necesidades y prioridades personales y pastorales,
ante las cuales debe estar especialmente atenta y disponible.
9.4 La inserción y
proyección de las vírgenes consagradas en la Iglesia particular lo es
también en la iglesia universal, mediante su oración y su fidelidad al
magisterio, teniendo en María, virgen orante y virgen fiel, su modelo
perfecto. “Amad a María de Nazareth, primicia de la virginidad cristiana,
es vuestra madre, hermana, y maestra.”[ii]
9.5 Cada virgen
consagrada es autónoma, es decir que ninguna depende de otra en el sentido
de la autoridad vertical. Es del Obispo de quien depende canónicamente
cada una.
9.6 Es conveniente
favorecer un diálogo fluido con el ordinario diocesano y a lo sumo tener
una entrevista anual para tener contacto directo con cada virgen
consagrada para estar al tanto de un modo personal del crecimiento de su
vida espiritual y su inserción eclesial.
9.7 Las relaciones
entre las vírgenes consagradas son de fraternidad, solidaridad y ayuda,
compartiendo sus respectivos carismas, poniéndolos al servicio las unas de
las otras: “El don que cada uno ha recibido, póngalo al servicio de los
otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de
Dios”(1P.4,10).
Para garantizar una
mayor eficacia en el logro de estos fines, pueden asociarse conforme a lo
que establece el segundo párrafo del canon 604 sin que esto implique
desvirtuar el carácter personal de la consagración virginal y lo que de
ella se entiende.
Sus relaciones deben
ser abiertas a las demás formas de vida consagrada secular y religiosa
puesto que esto ayuda a crecer en el seguimiento de Cristo y en el
servicio a los hermanos y a la Iglesia diocesana.[iii]
9.8 En caso de que la virgen consagrada tuviera que residir en
otra diócesis para llevar a cabo sus tareas pastorales y/o laborales,
podrá hacerlo siempre que cumpla oportunamente con el filial deber de
comunicarlo al obispo, así como al delegado del orden y a la comunidad de
vírgenes.
9.9 Es conveniente que se libre acta y/o se lleve memoria
escrita de aquellos acontecimientos relacionados con la vida del Orden en
la diócesis, así como de su participación en eventos diocesanos,
arquidiócesanos y otros que se consideren relevantes. Se designará a tal
efecto, entre las vírgenes de la comunidad, una secretaria de actas. Dicho
cargo se estimará con una duración anual y renovable.
Finalizado cada período, el Libro de Actas y
Memorias se presentará al Asesor Diocesano, y siendo aprobado por éste,
al Obispo, para que tome conocimiento de lo allí asentado y rubrique.
9.10 La peculiaridad de
su consagración, la sencillez y ductilidad de sus estructuras y la
flexibilidad canónica de que gozan las vírgenes consagradas[iv],
requieren de parte de ellas gran responsabilidad en su acción y fidelidad
en su compromiso.[v]
9.11 Para ser presencia
evangelizadora y fuerza de crecimiento en la familia, en la sociedad y en
la iglesia, las vírgenes consagradas precisan de una formación integral
[vi]
y una actualización teológica, eclesiológica y social permanente.
9.12 La virgen
consagrada, virgen y madre en el espíritu, muestra como “en la virginidad
libremente elegida la mujer se reafirma a sí misma como persona, es decir
como un ser que el Creador ha amado por sí misma desde el principio y, al
mismo tiempo, realiza el valor personal de la propia femineidad”[vii]
EXHORTACIÓN
FINAL
“Estas son las cosas
que debéis cumplir, amar y llevar, a cabo vosotras, ¡ oh vírgenes!, que
empleadas en servir a Dios y a Cristo, a quien os habéis consagrado,
camináis hacia el Señor... Perseverad con fortaleza, caminad en espíritu,
llegad felizmente al término.” San Cipriano
[viii]
“Tened un corazón
misericordioso, que participe en los sufrimientos de vuestros hermanos.
Comprometeos en la defensa de la vida, la promoción de la mujer, y el
respecto a su libertad y dignidad.
...
Perseverad fielmente en
vuestra vocación, con la ayuda de la Virgen Santísima. Seguid el ejemplo
de las santas vírgenes que han enriquecido la vida de la Iglesia en todos
los siglos “.[ix]
Juan Pablo II
El nuevo Código de Derecho Canónico de 1983, dedica el Canon 604 a las
vírgenes consagradas, en el cual se oficializa la restauración del
Orden de las vírgenes.
El Orden de las vírgenes se diferencia de las demás formas femeninas
tradicionales de vida consagrada en dos sentidos: en cuanto a los
consejos evangélicos, únicamente se formula propósito de virginidad (propositum
virginitatis), y no se lleva vida en comunidad. No obstante, de
acuerdo con la finalidad contemplada en el Canon 604, existe para la
vírgenes consagradas la posibilidad de asociarse.
[9]
La expresión sponsa Christi (esposa de Cristo), fue utilizada en la
Iglesia desde el siglo II, para designar a la virgen consagrada. San
Atanasio dice “a las mujeres consagradas con la virtud de la
virginidad acostumbra la Iglesia católica llamar esposas de Cristo”. (
VIZMANOS, Francisco de B. Las Vírgenes cristianas de la Iglesia
primitiva: estudio historico-ideológico seguido de una antología de
tratados patrísticos sobre la virginidad. Madrid, BAC, 1949. P.153)
MARTINI, Carlo María, Intervención del Cardenal Arzobispo en el
Encuentro Nacional del Ordo Virginum “el Valor de la virginidad
consagrada en la Iglesia desde los tiempos de San Ambrosio. Rho. 20 de
Abril de 1996. cf. Vita Consacrata revista per istituti religiosi e
secolari, setiembre-octubre, 1996 Ed. Ancora Milano.
[i]
JUAN PABLO II Op. Cit. Nº 5
SINODO EPISCOPAL
1994, Instrumentum laboris: La vida consagrada y su misión en la
Iglesia y en el mundo. Nº 34
[ii]
CONCILIO VATICANO II Mensaje a las mujeres. Nº 1
[iii]
La Iglesia particular es igualmente “comunión orgánica...
caracterizada por la presencia de la diversidad y de la
complementariedad de las vocaciones y condiciones de vida, de los
ministerios, de los carismas, y de las responsabilidades”(ch L.20) IV
CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, Santo Domingo,
1992. Nueva Evangelización, promoción humana, cultura cristiana:
“Jesucristo ayer, hoy y siempre”. Bogotá, conferencia Episcopal de
Colombia. 1992 n.55 Conclusiones, Segunda Parte
[iv]
SINODO EPISCOPAL 1994 Instrumentos laboris La vida consagrada y su
misión en la Iglesia y en el mundo . n.34
[v]
CONCILIO VATICANO II Mensaje a las mujeres. nº 1
[vi]
HINCAPIE A.. Olga Elvira. VC La mujer integral: lineamientos
psicopedagógicos. Santafé de Bogotá San Pablo. 1994
[vii]
JUAN PABLO II Carta Apostólica Mulieris Dignitatem. Ciudad del
Vaticano, Editrice Vaticana. 1988 p.82
[viii]
SAN CIPRIANO Sobre la conducta de las vírgenes. En : VIZMANOS Op. Cit.
p.666
[ix]
JUAN PABLO II “Discurso con ocasión del 25 aniversario de la
promulgación del Ritual de Consagración de Vírgenes” En: L’Osservatore
Romano, nº 23 p.2 junio 9 de 1995 n.8